Si definimos el éxito como conseguir las metas que uno mismo se propone, se podría decir que pocas entidades son tan exitosas como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si tomamos en cuenta la definición de la Real Academia Española, que es “Resultado feliz de un negocio” o “Buena aceptación que tiene alguien o algo”, entonces pocas entidades han fracasado tanto como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. 

Y es que la economía, por mucho que haya gente que insista en su carácter inamovible y casi científico, tiene ideología. Por eso el BM y el FMI han triunfado en el mundo destruyendo sobiranías, hundiendo economías y gobernando países, así como también ha fracasado aumentando la pobreza, precarizando la sanidad o interviniendo en educación y cultura.

Este escrito no va por los que marcharon contra estas instituciones, pues ellos ya tienen claro todo lo que se va a exponer a continuación. Estas palabras están pensadas para los que recién se enteraron de que pasaba algo en la ciudad cuando intentaron pasar por Javier Prado con Aviación, los que se hicieron eco de que Lima “es el centro de la economía” con gran entusiasmo y sin hacer muchas preguntas, o los que afirman sin despeinarse que el Perú necesita a estas organizaciones.

Para entender la magnitud de esta visita hay que entender hasta que punto nos afecta la intervención del FMI y el BM en nuestras vidas. Para el Perú, hablando desde la historia más reciente, esta peligrosa historia de amor empezó con el Consenso de Wahington en 1990, cuando Fujimori reestructuró por completo la economía peruana desregularizando los mercados e implantando un modelo neoliberal. Apoyado por el FMI y el BM, se acordó una reestructuración de la deuda externa, que en el Gobierno aprista anterior se había dejado de pagar. Esto significaba dejar en manos de capital extranjero gran parte de la soberanía del país, por ejemplo controlando reformas económicas en su propio beneficio, obtener ganacias de los préstamos y en definitiva aplicar sus recetas sin apenas resistencia o negociación por parte del Estado.

fuente: aitana gómez

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Necesitábamos al FMI y al BM para acceder a la economía global: Sí. ¿A qué precio? No hay que olvidar que las consecuencias fueron, por ejemplo, el caótico modelo de transporte “público” que inunda las calles y crea el tráfico infernal que ya todos conocemos, también redujo el apoyo del Estado en educación y sanidad, infraestructura y programas contra la pobreza o la seguridad. Los hospitales precarios, antiguos y repletos, los jóvenes con conocimientos insuficientes (o total ignorancia sobre el periodo de Fujimori), la delincuencia desenfrenada y la extrema pobreza no son casualidad. Son consecuencias directas de un modelo cuyo objetivo es puramente lucrativo, así que si no genera beneficios no es útil.

fuente: aitana gómez


fuente: aitana gómez

fuente: aitana Gómez

Un ejemplo práctico


En una economía global cada país tiene su función y la del Perú hoy en día es evidente: la minería. La descubrieron los españoles saqueando las riquezas de esta tierra ¿Acaso el FMI y el BM iban a ser menos? Las empresas estatales se privatizaron o se dieron en concesión para pagar la deuda, y la gran mayoría de éstas eran mineras que pasaron a manos privadas y extranjeras. Los propietarios invirtieron en modernizar el sector extractivo, la economía se recuperó y se estabilizó. Pero como cualquier otra "receta milagrosa", véase droga, dejó al drogadicto con una dependencia terrible. Hoy en día no faltará quien diga que sin la minería el Perú no saldrá adelante, pero en un análisis más profundo es fácil ver que ningún país sale adelante sin diversificación de sectores económicos, y la dependencia del país hacia la minería es un cáncer.

Un cáncer porque mata lentamente el resto de sectores y convierte al país en la mina particular de las grandes potencias extranjeras, que explotan las tierras y contaminan, han contaminado y contaminarán. Un mal necesario para algunos, que frente al PIB que producen estas exportaciones cierran la boca al ver a los niños contaminados con plomo de Cerro de Pasco, que desprecian la lucha por el agua de los cajamarquinos o que ven horrorizados a los espartambos, que en Islay son celebrados y bienvenidos. Porque allá entienden el valor de la vida. Y el que siga pensando que los niños muertos o con retraso mental, las amenazas de muerte a Máxima Acuña o los asesinatos por disparos en Arequipa son daños colaterales, debería revisar sus principios morales.

Durante estos días diversos colectivos feministas, juveniles, ONGs y partidos políticos han hecho oír su voz contra las "recetas" del FMI y el BM, así como ya lo hicieron en su momento países como Grecia o España tras ver sus derechos sociales descuartizados y vendidos al mejor postor. Aquí se han atrevido a afirmar que acabarán con la pobreza en el año 2030, y no hace falta ser ningún economista para darse cuenta de la falacia que esto supone.

fuente: aitana gómez

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cuando unos jóvenes quisieron colocar un cartel la policía reaccionó de forma agresiva