El hashtag #JusticiaParaRubén recorrió el mundo entero dando a conocer la triste noticia del asesinato del fotógrafo Rubén Espinosa en México Distrito Federal tras estar 24 horas desaparecido. Con su muerte, la cifra de periodistas ejecutados en el país norteamericano se elevaba a 88 víctimas durante los últimos 15 años. Días más tarde, en Brasil, el locutor de radio Gledyson Carvalho era tiroteado dentro de su estudio mientras emitía su programa. Los dos tenían algo en común: denunciaron públicamente casos de corrupción política, al igual que el 16% de compañeros asesinados durante el año 2015 en todo el mundo

La violencia contra los periodistas no es nada nuevo, especialmente en México y Brasil, los dos países más mortíferos del continente americano para los trabajadores de medios. En el caso de México, el país tiene el dudoso honor de ostentar el primer puesto como el país más peligroso para ejercer el periodismo desde el año 2000 según la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Pero lo más alarmante es la impunidad ante dichos crímenes. El Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) calcula que un 72% de estos homicidios queda totalmente impune a nivel mundial, pero esta cifra llegaría al 90% en México.

MAPA DE pERIODISTAS ASESINADOS EN TODO EL MUNDO DESDE 1992 POR REUTERS CON DATOS DEL cpj

"NO SE MATA LA VERDAD MATANDO PERIODISTAS"


En lo que va de año, 50 periodistas han muerto en diferentes circunstancias en varios países. Se sospecha que los responsables de más de la mitad de estos crímenes fueron grupos o partidos políticos. Este dato es el más alarmante de todos, ya que en muchos casos los políticos salpicados por la sangre son los mismos que ostentan el poder. El fotógrafo Rubén Espinosa señaló directamente a la gestión de Javier Duarte - perteneciente al PRI, mismo partido que el Presidente de México - de comprar periodistas con sobornos o regalos como coches o iPads, y lo acusó de ser el culpable de las amenazas que había estado recibiendo en una entrevista que dio al medio mexicano SinEmbargo. Anteriormente, el mismo Javier Duarte había declarado públicamente en el Día de la Libertad de Expresión que los profesionales de Veracruz - el estado donde gobierna - tenían vínculos con el narcotráfico y les advirtió que “se portaran bien” porque su Gobierno iba a “entrar y a actuar” y a “hacer caer las manzanas podridas del árbol”. Teniendo en cuenta que Veracruz es el estado mexicano más mortífero para los trabajadores de medios y que absolutamente todos los crímenes han quedado impunes es difícil no ver este discurso como una amenaza directa. 

GRÁFICO SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LOS ASESINATOS. EL 58% SE SOSPECHA QUE ES UN GRUPO POLÍTICO. FUENTE: CPJ

En Brasil, donde el 90% de los homicidios nunca llega a tener un juicio, el periodista Djalma Santos intentó esclarecer la muerte de una joven. Las amenazas no le intimidaron, pero en mayo de este mismo año su cadáver fue encontrado con indicios de tortura y con varios impacto de bala. Esa misma semana el bloguero Evany José Metzker, conocido por escribir sobre corrupción policial, fue decapitado.

En Perú los datos son igualmente preocupantes. Desde 1992 ha habido 15 periodistas asesinados en el país, pero existen casos anteriores que al día de hoy siguen siendo investigados, como el de Hugo Bustíos en 1988, excorresponsal de la revista Caretas. Fue emboscado por una patrulla militar en la región de Ayacucho durante los años de terrorismo, y tras fallecer por impacto de bala, uno de los asesinos dinamitó con una granada su cadáver. Aunque los autores materiales del crimen fueron juzgados casi veinte años después, el jefe de inteligencia de la región, Daniel Urresti, sigue en libertad. La investigación de su participación se ha visto muy afectada dado que Urresti es candidato a la presidencia del país en la actualidad, no obstante existe una acusación oficial por parte del fiscal y el proceso sigue abierto. Pero la ejecución de reporteros no ha cesado, el último fue Fernando Raymondi de 22 años en noviembre de 2014. El joven estudiante de periodismo se encontraba en Cañete visitando a su familia y a su vez estaba trabajando en una nota sobre el sicariato en esa misma ciudad. Un grupo de hombres armados entraron en la bodega de su padre, el hombre les indicó dónde tenía guardado el dinero pero los asesinos hicieron caso omiso, dispararon al pecho de Fernando y huyeron del lugar sin llevarse nada. De acuerdo con la versión policial, el crimen se debía a un intento de robo que desencadenó en homicidio, por mucho que la declaración de los testigos –entre ellos el padre de Raymondi– deja entrever que los atacantes no tenían ningún interés en robar pero si en provocar la muerte del joven. Todos estos crímenes parecen estar íntimamente relacionados con la actividad periodística de los profesionales y la falta de investigación y protección por parte de sus propios estados hace sospechar que las fuerzas políticas prefieren que estos periodistas incómodos callen para siempre.

La organización por la libertad de información Reporteros Sin Fronteras (RSP) añade una última reflexión sobre el tema. En gran parte de los países democráticos existen lazos muy fuertes entre las autoridades y los medios de comunicación. La propiedad de gran parte de la prensa escrita, la radio o la televisión está concentrada en grandes grupos mediáticos que comparten intereses con grupos políticos en el poder, lo cual perjudica al pluralismo y la transparencia, y en casos extremos pone en peligro la vida de los profesionales que se atreven a atacar a dichos grupos políticos o económicos.